lunes, 31 de octubre de 2011

Actividades de Halloween: Natalia Domínguez (6ºD), Jessica Félix (6ºE)

Voy a publicar a continuación algunos de los cuentos tradicionales que habéis transformado en terroríficos. Por una cuestión de tiempo (tened en cuenta que los tengo que pasar a ordenador), no puedo poner aquí todos los que me habéis pasado (aunque están todos muy bien). Así que iré haciendo una selección (y lo mismo he de hacer también para las demás categorías).
De momento, os dejo con la versión gore de Ricitos de Oro ideada por Natalia Domínguez de 6ºD y con una Cenicienta aterradora concebida por Jessica Félix de 6ºE. También os adjunto una foto de sus portadas originales.
La venganza de Ricitos
Una tarde se fue Ricitos de Oro al bosque a recoger setas venenosas para la cena de Navidad porque había decidido matar a su familia.
En mitad del bosque, había una cabaña muy misteriosa y como la niña era muy curiosa, decidió entrar. Se acercó sigilosamente por la puerta de atrás, donde había un sótano muy oscuro lleno de telarañas. Al lado de tres sillas rotas, se encontraba una mesa con cadenas y llena de utensilios de tortura y, en medio de esta, había una vela. Ricitos de Oro la encendió y miró a su alrededor: encontró unas escaleras que tenían forma de caracol, se dispuso a subir. Cuando llevaba cinco escalones observó que la escalera estaba llena de sangre. Cuando terminó de subirlas, se encontró un salón enorme, en cuya mitad había una mesa de madera y encima de ella, tres tazones con un líquido extraño: uno grande, uno mediano y otro pequeño. Ricitos de Oro tenía en su bolsillo un frasco de veneno y, en el tazón pequeñito, decidió echarlo. Cuando terminó de darse una vuelta por el salón, observó que tras una puertecita había unas escaleras que conducían a las habitaciones. Cuando llegó arriba se encontró tres ataúdes: grande, mediano y pequeño.
La niña se acostó en el ataúd grande, pero vio que había un brazo ensangrentado y salió de ahí. Luego, se acostó en el mediano, pero estaba lleno de telarañas por todas partes. Después se acostó en el pequeño y, aunque estaba lleno de manchas rojas, se echó a dormir.
Mientras Ricitos de Oro estaba dormida, llegaron los dueños de la casa, que eran una familia de ositos hambrientos.

Uno de los osos era muy grande y tenía un cuchillo en la mano; otro era mediano y llevaba un hacha. El último, era un osito pequeñito y arrastraba una bolsa que chorreaba sangre.

El oso grande gritó: -¡Alguien ha estado aquí!

El oso mediano empuñó el hacha y se puso a buscar. El oso pequeño, dijo con tristeza: -¡Alguien ha echado veneno en mi tazón!

Los tres ositos se miraron y se pusieron a buscar.

Subieron a las habitaciones y el oso grande dijo:-¡Alguien ha estado durmiendo en mi ataúd!- El osito mediano dijo lo mismo y el pequeño exclamó:-¡Alguien está durmiendo en mi ataúd!
La niña se despertó y, al ver a los tres osos con ganas de devorarla, pegó un salto y salió del ataúd. Salió corriendo y se metió en una habitación donde había un armario enorme. Lo abrió y se encontró con una motosierra. Decidió ir a matar a los osos. Primero fue a por el pequeño y le
arrancó la cabeza, luego a por el mediano: le cortó dos patas y lo dejó desangrándose. Por último, fue a por el grande y le hizo pedazos. Metió a los tres ositos en una bolsa y se los llevó a casa para ponerlos de alfombra.

FIN
A continuación os dejo con una versión bastante distinta de la Cenicienta que todos conocemos, inventada por Jessica Félix de 6ºE, delegada de mi tutoría. No os perdáis la "encantadora princesita" que dibujó para la portada, jajaja.

La Cenicienta
Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo, una joven aparentemente bella, tan bella que nadie se imaginaba como era realmente. Se llamaba Cenicienta.
Cenicienta era mala, muy mala. Mató a su padre y nadie lo sabía (ni lo saben). Vivía con su madrastra, una mujer viuda muy cascarrabias y sus dos hijas, igual de cascarrabias que su esta. Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa, pero lo que no sabían es que ese tiempo que estaba así era porque estaba esperando el momento exacto para acabar con ellas.
Cenicienta sólo tenía por amigas a dos asquerosas ratas que la ayudaban a maquinar su maléfico plan.
Un buen día, sucedió algo inesperado: el Rey de aquel lugar hizo saber solo a estas tres muchachitas que las invitaba a palacio, ya que por alguna extraña razón, las otras muchachas del pueblo, no querían ir. Cenicienta sonrió y corrió a su habitación a contarle a sus ratas que el plan marchaba estupendamente. Ella fue quien metió miedo a las otras chicas, les cortó un dedo del pie a cada una como aviso de que si se les ocurría acudir, las cortaría la cabeza.
Ella día a día seguía haciéndose la pobrecita…Hasta que llegó el día del baile. Sus hermanastras le estropearon el vestido que había robado sin que nadie se diera cuenta. De la misma rabia, comenzó a morder y a arañar hasta que sus ojos derrocharon sangre. De la misma sangre, apareció la malvada hada, que le dio plena confianza y ayuda para destruir a sus hermanastras.
Esa misma noche, le preparó a su ahijada, un cuchillo especial que si se clavaba antes de media noche, desaparecería solo y también le dio unos guantes de gala aparentemente elegantes y normales, pero que si alguien se los ponía, eran ácido que empezaría a deshacer los brazos hasta acabar con el cuerpo entero (pero también funcionaban solo hasta media noche).
Así lo hizo: a una de ellas le clavó el cuchillo en el baño y a la otra le hizo el regalo de los guantes. Cuando las fueron a buscar encontraron a una con un enorme agujero en la frente y a la otra sin brazos ni cuerpo.
Mientras todo el mundo buscaba a los culpables, Cenicienta se estaba bañando en la sangre de sus hermanastras. Bajó al salón de baile cubierta de esta, amenazando con que si no era ella la que se casaba con el príncipe, haría lo mismo con el Rey. La malvada Hada, también le concedió unos zapatitos de cristal de tacón por si ocurría algo, y así ocurrió: La madrastra, dolida, fue a por ella, pero Cenicienta era astuta y a la que venía, le dio una patada en el pecho con sus zapatos de cristal mientras decía: -Si no tuve piedad de matar a mi padre, contigo menos, ¡ja,ja,ja!
El príncipe, preocupado, acabó casándose con ella. De esta forma, Cenicienta se salió con la suya. Feliz, tenía las cabezas de sus hermanastras y su madrastra colgadas en la sala de palacio. El príncipe, por el contrario, de lo infeliz que era, mató a su propio padre y se suicidó después para poder descansar y dejar de ser un desgraciado.
Fin.

2 comentarios:

  1. jajajaja como molaaa mi dibujillo eee jajaja soy jessi ^^. aqui estoy echando un vistacilloo

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  2. Me alegro de que te hayas visto publicada, Jessi. Tu cuento está muy bien.

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